Enseñar teatro según Georges Laferrière
El acto de enseñar es desde su origen hasta su fin, una relación entre personas. Su objeto esencial es un conjunto de sujetos de los que se persigue su desarrollo; su herramiento principal es una relación humana de ayuda y de reflexión.
La enseñanza es también un acto interactivo. Por oposición al trabajo instrumental (donde se persigue la producción de un bien material) la enseñanza es un trabajo que tiene por objeto la persona humana. Comporta pues un carácter global, donde entran en juego las dimensiones intelectuales, emocionales, sociales y psíquicas. Es un trabajo, que en cierta forma, es consumido en el momento mismo en que se produce.
El trabajo de enseñante se fundamenta en definitiva sobre una estrategia pedagógica: despertar la motivación, suscitar el interés, estimular la sed del alumno hacia el saber. Sobre la base del deseo de aprender, el enseñante hace hacer cosas al alumno y lo introduce en un camino de construcción de su saber. En este sentido, el alumno está pues en el punto de partida del acto de enseñar con su capacidad de asombro y su deseo de saber. Enseñar es comunicar esta sed al alumno, inmiscuirse en sus interrogantes fundamentales y provocar su inteligencia.
Georges Laferrière: La pedagogía puesta en escena. Ñaque Editora, 1997